Los ojos negros de la noche,
alados
como las pestaña que me
embrujaban
con mimos y calor acariciaban
los lunares de tu piel con sus
dedos.
Admirando nuestros cuerpos
desnudos
que entre juegos amorosos se
amaban
muertos de envidias y
celos, soñaban
con dormir a tu cintura
abrazados.
Habitando en un mundo de locura
mis labios enamorados jugaban
entre las nalgas de un volcán de
fuego.
La noche con su cara de amargura
porque sus amantes no la acosaban
saco un cuchillo y al día dejo
ciego.
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