de tus caricias y los labios
muertos
como el polvo rojo de los desiertos...
En una nube fumo mi dolor.
Rompo en pequeños trozos mi
rencor
y pido a los dioses de mi
tormento
que una estrella fugaz del firmamento
en un bolsillo me traiga tu amor.
El último eslabón de la cadena
me ata al crucigrama de tu
cintura.
Robo con nocturnidad un soneto
y el fiscal de tu boca me condena
a vivir con los vientos de locura
que rompen los muros de tu
convento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario